
(Maqueta de una ciudad de la antigua Mesopotamia)
Las formas de escritura más antiguas son las localizadas en las civilizaciones fluviales de Egipto y Oriente Medio, y con ellas comienza la historia, y por extensión, nos llegan los conocimientos de las primera guerras del mundo. El primer hombre en crear un imperio y ser registrado por ello en la historia fue Sargón de Akkad, copero del rey de Kish Urzababa. Esta ciudad se hallaba al norte de la baja Mesopotamia, y desde hacía unos tres siglos (en el 3.000 a.C.) dicha ciudad, como toda la región, había recibido oleadas migratorias de pueblos árabes que habían ido asentándose, de forma no agresiva al parecer, pues en aquella fecha la población original de Mesopotamia debía ser muy escasa. Eran los semitas, y en tiempos de Sargón, la población de Kish ya debía ser mayoritariamente semita (como lo era el propio copero real).

Sargón fue el primer hombre cuya ambición le llevó a la conquista del prójimo, y que sería el pionero de una larga lista de líderes que, con mayor o menor fortuna, protagonizarían la historia bélica y que llega hasta nuestros días. Por supuesto, la leyenda engrandecería sus hazañas y las llenaría de elementos míticos, como los que cuenta que una noche la diosa Innana reveló a Sargón en sueños su futura grandeza. En el mundo onírico, Sargón soñaría como ahogaba al rey Urzababa en un río de sangre. Un poma asirio dice "Yo soy Sargón, poderoso rey de Agadé (Akkad) de mi padre no sé nada, mi madre era de baja condición, y el hermano de mi padre habitaba en las montañas. Mi madre me tuvo en secreto y me puso en una cesta que selló con betún, arrojándome al río (esta parte recuerda al relato bíblico de Moises) Me recogió el jardinero Kiru, y durante años fuí jardinero. Luego reiné durante años a los cabezas negras [...] Yo descargé mi mazo de bronce sobre las ciudades, subí a las montañas y bajé a las tierras profundas..."

Leyendas aparte, Sargón se hizo con el poder en Kish, de una forma que no ha llegado hasta nuestros días, y emprendió la conquista de todas las ciudades-estado a orillas de los ríos Tigris y Eufrates. El primer emperador fundó la ciudad de Akkad, a la que convirtió en capital y de la cual toma el nombre su imperio, el acadio, y desde ella se impone a la ciudad de Uruk, con la cual disputó su hegemonia sobre Sumeria. La ciudad de Akkad o Agadé no ha sido aún situada por los arqueólogos, aunque se piensa que pudo ubicarse en la confluencia de los ríos Diyala y Tigris, actualmente las afueras de Bagdad.

Desde Akkad, Sargón se lanzó a la conquista de las ciudades-estado del sur de Sumeria. Estas ciudades habían guerreado entre ellas durante mucho tiempo, como muestran grabados como "La estela de los buitres", que tuvieron como principales y feroces antagonistas las ciudades-estados de Umma y Lagash, y en la que la primera parece alzarse sobre las demás ciudades sumerias.
El rey de Umma, Lugalzagesi, al igual que Sargón, había pretendido crear un imperio. Había derrotado a su gran rival Urakagina, rey de Lagash, y parecía que impondría su hegemonía sobre las ciudades-estados bañadas por los ríos Tigris y Eufrates. Conquistó la importante ciudad de Uruk, famosa por sus altas murallas y desde ella, puso los cimientos de su imperio. Esta serie de guerras podrían haber debilitado a las ciudades beligerantes y facilitado las conquistas de Sargón. Los relatos cuentan que, alrededor del año 2271 a.C., tuvo lugar una gran batalla entre Lugalzagesi y Sargón, con la llave de toda Sumeria en juego. Al parecer, la destreza de los arqueros semitas y los mejores carros de guerra de los 5.000 hombres que, cuentan, formaba parte del ejército de Sargón fueron decisivos en la batalla. Sargón no solo conquistó la ciudad de Uruk, sino que tomó como prisionero al rey Lugalzagesi, que según la leyenda, fue obligado a caminar hasta el templo de Enlil, en la lejana ciudad de Nippur, con una argolla de hierro en el cuello.
El rey de Umma, Lugalzagesi, al igual que Sargón, había pretendido crear un imperio. Había derrotado a su gran rival Urakagina, rey de Lagash, y parecía que impondría su hegemonía sobre las ciudades-estados bañadas por los ríos Tigris y Eufrates. Conquistó la importante ciudad de Uruk, famosa por sus altas murallas y desde ella, puso los cimientos de su imperio. Esta serie de guerras podrían haber debilitado a las ciudades beligerantes y facilitado las conquistas de Sargón. Los relatos cuentan que, alrededor del año 2271 a.C., tuvo lugar una gran batalla entre Lugalzagesi y Sargón, con la llave de toda Sumeria en juego. Al parecer, la destreza de los arqueros semitas y los mejores carros de guerra de los 5.000 hombres que, cuentan, formaba parte del ejército de Sargón fueron decisivos en la batalla. Sargón no solo conquistó la ciudad de Uruk, sino que tomó como prisionero al rey Lugalzagesi, que según la leyenda, fue obligado a caminar hasta el templo de Enlil, en la lejana ciudad de Nippur, con una argolla de hierro en el cuello.

(Detalle donde se muestra un carro de batalla sumerio)
Akkad, una vez convertida en la capital del primer imperio de la tierra, extendió su influencia por toda Sumeria, llegó hasta Siria, e incluso pudo intervenir en Anatolia (actual Turquía) defendiendo sus intereses comerciales. El imperio acadio continuó sus campañas haciendo la guerra a los elamitas de los montes Zagros, en el actual Irán.

Los detalles técnicos de cada batalla han quedado, obviamente, enterradas bajo las arenas de la historia. Pero un descubrimiento arqueológico en el nordeste de Siria, haciendo frontera con Iraq, ha arrojado curiosos datos sobre la forma de hacer la guerra en la antigua Mesopotamia. Clemens Reichel, director del equipo de la Universidad de Chicago y del Departamento de Antigüedades de siria, ha datado la destrucción de la ciudad mesopotámica de Hamoukar en el 3.500 a.C. fecha muy anterior a las guerras que libró Sargón El grande, pero que nos puede ayudar a imaginar como se sometieron las ciudades al poder del acadio.

Hamoukar pudo ser bombardeada, como demuestran 1.200 balas ovaladas de unos 3 cm de largo y 4 cm de ancho, además de 120 balas de arcilla de un tamañao mayor; entre 6 y 8 cm de diámetro. Algunos de estos proyectiles aparecen deformados, quizás por el impacto, lo que probaría que fueron usados para bombardear la ciudad. Los motivos que llevaron a la que, hasta la fecha, es la guerra más antigua de la que se tienen evidencias arqueológicas (la escritura aún no se había inventado o era un invento reciente) fueron, posiblemente, de naturaleza imperialista. Antes de la destrucción de Hamoukar, encontramos sus cerámicas por toda Mesopotamia, después de su destrucción, la cerámica era monopolio de la ciudad de Uruk.

(Posibles proyectiles usados para la destrucción de Hamoukar)
Durante décadas, Oriente Medio se vio sacudida por continuas guerras y sus arenas y numerosos ríos manchados de sangre. Sin embargo, este temprano imperio estaba condenado al fracaso. Al parecer, tras la muerte del emperador Sargón (quizás incluso durante sus últimos años de reinado) las revueltas eran frecuentes. Las ciudades conquistadas se rebelaban frecuentemente a la autoridad acadia, a veces por separado, otras en connivencia con otra u otras ciudades (como sería la coalición de Elam) y desangraría poco a poco al imperio. Unos 150 años después, el imperio acadio se fragmentaría como resultado de todas esas rebeliones.
Durante décadas, Oriente Medio se vio sacudida por continuas guerras y sus arenas y numerosos ríos manchados de sangre. Sin embargo, este temprano imperio estaba condenado al fracaso. Al parecer, tras la muerte del emperador Sargón (quizás incluso durante sus últimos años de reinado) las revueltas eran frecuentes. Las ciudades conquistadas se rebelaban frecuentemente a la autoridad acadia, a veces por separado, otras en connivencia con otra u otras ciudades (como sería la coalición de Elam) y desangraría poco a poco al imperio. Unos 150 años después, el imperio acadio se fragmentaría como resultado de todas esas rebeliones.

Oriente Medio fue, junto a otros pueblos, la cuna de la civilización y la historia escrita, el lugar donde se forjó el primer imperio de la tierra, y por tanto, también fue el escenario de los primeros grandes conflictos que separaron y enfrentaron a los seres humanos, de un modo que, a partir de entonces, solo haría ir en aumento. Es curioso que, pasados casi cinco milenios desde las pretensiones imperialistas de un hombre que, según la leyenda, fue un jardinero de palacio, la tierra que conquistó siga siendo escenario de guerras y pretensiones imperialistas 5.000 años después.